Lo gritamos desde el alma. Por Néstor Clivati

Cuanta tensión en el estadio Lusail, el tiempo ya comenzaba a comportarse como un verdugo para Argentina, se habían agotado los márgenes poco generosos de la paciencia colectiva y además, el partido había dejado atrás un primer tiempo para el olvido, diría que algo peor que la imagen ajada que esta versión mundialista de nuestro combinado albiceleste, entregada días atrás en este mismo escenario y ante los árabes.

Scaloni pateó la mesa de enlace y sorprendió con 5 cambios modificando casi toda la defensa y en parte, el medio juego, esa percepción que por ahí podría encontrar un atajo que lo llevara rápidamente a recuperar aptitudes colectivas que fueron una marca en el orillo, previas al mundial, tampoco se la devolvieron de manera rotunda.

Su rival, México, que llegaba a este partido con un solo punto, pero con la necesidad al menos, de no perderlo, se comportó a lo largo de toda la noche como un adversario poco competente y sin ambiciones ofensivas, lo que le permitió a nuestro elenco nacional, buscar una ventana para abrir el resultado, con la certeza que nada le ocurriría en el mientras tanto.

Esto que marco fue determinante antes que Messi dejara su sello inconfundible; los aztecas carecieron de valentía para leer los serios problemas en los que Argentina se iba metiendo en la necesidad casi obstinada de conseguir ese gol aliviador.

Los equipos en estos casos suelen tener momentos y no lo dejan pasar como si tal cosa, sin embargo, nada sucedió y esa carencia le quitó tensión a la búsqueda de ese desenlace que, hasta el remate bajo y esquinado de Lionel sin marca alguna, utilizada el balón a discreción, aunque de forma poco productiva.

Si uno se remonta al post partido ante Arabia y le agrega todo lo que fue pasando, hasta ese momento clave en la reacción albiceleste, vamos a encontrar ventanas que se abren y se cierran en muchos casos, sin demasiada explicación.

El cuerpo técnico dio varias vueltas hasta encontrar un rodaje parecido al que figura en el pasaporte que lo trajo a este torneo y no lo encontró ni en la semana, ni en la presentación del primer tiempo, recién en la parte final salió de un estado casi de paralización creativa, estado en el que se manifiestan aquellos equipos que son sorprendidos por circunstancias no debidamente esperadas y cargan pesadamente con las responsabilidades de ser candidatos.

A pesar que las primeras señales llegaron antes que el rosarino se inspirara como en las grandes batallas, esa definición que dejó sin respuestas al arquero argentino Ochoa, fue la llave que destrabó este conflicto, para dar lugar después, a una manifestación más reconocida del ritmo y la entrega de un equipo peligrosamente adormecido, casi fagocitado por las actuales responsabilidades.

En la conferencia de prensa Lionel Scaloni, coincidió con este análisis y le otorgó a esa jugada que terminó con el balón en el arco mejicano, un valor clave para que luego, el equipo se comportara con otro tono anímico y ciertas seguridades tácticas que se reordenaron en función del primer objetivo conseguido, abrir el resultado.

El entrenador hizo referencia una vez más a la presión que nota en toda la comunidad del fútbol alrededor de un resultado y alego que parte de las dificultades para buscar mejores momentos de fútbol, tiene relación con la limitación que los entornos provocan; no es nuevo este atenuante en los argumentos de nuestro comprovinciano y es algún punto, no es difícil alinearse con esa visión, en definitiva y sin despegarnos de lo que vivimos anoche en el Gigante Dorado, también nosotros en la tribuna de prensa estábamos influidos y porque no, intoxicados con el clima previo y los malos augurios a los que llaman muchas veces los pesimismos encadenados.

Nada nuevo por cierto en el mundo del fútbol y por nuestra latinidad que le agrega tensiones que se vuelven potros indomables, inclusive, para los equipos de elites y los jugadores más talentosos del planeta.

Messi acaba de marcar un gol que podría comportarse como una bisagra y es deseable que eso suceda, busca un ángulo del estadio para el ritual con sus compañeros, abre sus brazos como intentando volar y recibe los abrazos y los gritos de un equipo que cargó hasta ese momento con sus culpas deportivas y la presión de todo un país sediento de revancha.

Después como quien va perdiendo los efectos de una anestesia, volvió a vivir, recuperó su memoria y con un formato táctico rápidamente corregido por Scaloni con los jugadores más vitales y jóvenes de esta plantilla, recuperó el control del juego y lo obligó a México a ocupar un lugar en el partido para el cual no estaba preparado.
Hubo tiempo para que Enzo Fernández marcara el segundo con la serenidad y la jerarquía de los llamados a ser historia en esta selección, por un momento por mi cabeza pasó aquel gol que Claudio Caniggia le marcó a Nigeria en el mundial de Estados Unidos, tal la emoción y la euforia de los colegas en lugares donde este tipo de reacciones, no son frecuentes.

El partido se fue con la multitud de argentinos recuperando los viejos hits y el festejo con un puñado de jugadores que lo celebraron como esas épicas de otros tiempos, y no fue más que un deber, poner en marcha la Scaloneta y reordenar las prioridades.

Ahora, las dudas y algunos optimismos que reaparecieron en la jornada, se van a prolongar hasta el duelo con los polacos. Pero eso será el miércoles, ahora me voy a dormir, mi cabeza va a detonar y esto, recién empieza.

Fuente: La Opinión.

Mañana no te pierdas la cobertura que Néstor Clivati esta realizando para Canal 1, en vivo en el mediodía de Noticiero Uno, desde Qatar, porque Canal 1 es Mundial.