Solo 10 de cada 100 estudiantes logran terminar la secundaria en tiempo y forma con los aprendizajes esperados. Qué significa ese número, por qué ocurre, qué consecuencias tiene y qué políticas muestran resultados para revertirlo.
La cifra que alarma
Los relevamientos más recientes muestran que apenas el 10% de los estudiantes argentinos completan la secundaria en el tiempo esperado y con los niveles básicos de lengua y matemática. Esa combinación —título sin repitencias ni abandono y aprendizajes satisfactorios— es la que explica la cifra que vuelve a encender las alarmas en 2025.
El tamaño real del problema
No es solo un fenómeno de los adolescentes actuales: millones de adultos en Argentina no concluyeron la secundaria. Esa falta de título y de saberes consolidados limita las oportunidades laborales y la movilidad social en el mediano y largo plazo.
Por qué ocurre
Las trayectorias escolares muestran un entramado de factores. Repitencias tempranas que generan sobreedad. Trayectorias fragmentadas por cambios de escuela o modalidad. Pobreza y trabajo juvenil que empujan al abandono. Desarticulación entre secundaria, formación técnica y mundo laboral. Déficits en aprendizajes clave, que aumentan la desmotivación.
Cada una de estas dinámicas refuerza a la otra: repetir una vez aumenta la probabilidad de abandonar, y la sobreedad reduce la sensación de pertenencia.
Los aprendizajes en crisis
Las evaluaciones nacionales Aprender 2024 confirmaron que gran parte de los estudiantes secundarios están por debajo de los niveles básicos en lengua y matemática. Esto revela que incluso un título secundario no siempre garantiza competencias mínimas.
Consecuencias para los chicos y para la sociedad
En lo inmediato, menos acceso a empleos formales y salarios más bajos. A mediano plazo, mayor precarización laboral, menos productividad e impactos en salud, participación cívica y calidad de vida comunitaria. No terminar la secundaria implica una desventaja estructural que se arrastra durante toda la vida.
Qué funciona
Las políticas que muestran resultados cuando son sostenidas incluyen sistemas de alerta temprana para detectar trayectorias en riesgo, tutorías y acompañamiento personalizado, trayectorias flexibles y menos repitencias automáticas, articulación con formación técnica y empleo para dar sentido a la escuela, y recuperación intensiva de lengua y matemática en los primeros años.
Lo urgente y lo posible
El desafío exige voluntad política y recursos, no soluciones mágicas. Los especialistas coinciden en que con intervenciones tempranas, apoyos focalizados y una escuela secundaria más conectada con la vida y el trabajo, las trayectorias pueden cambiar.
La foto es dura: muchos no terminan y entre los que terminan una parte no aprende lo suficiente. Pero no es irreversible. Hay políticas probadas que pueden reducir el abandono y mejorar los aprendizajes. La decisión es política, no inevitable.
Fuente: Rosario3






